lunes, 4 de mayo de 2015

VEGETARIANAMENTE


Tengo que dejar este trabajo, va  a acabar conmigo. La humedad del invernadero se apodera de mi cuerpo. Me cuesta respirar, no puedo pensar y el calor me inspira primitivos deseos vegetarianos. El roce de las punzantes rosas sobre mis pezones, el sabor tibio de las orquídeas vaciándose sobre mi boca. Todo alrededor son manos desnudas que me tocan y gotitas invisibles que escurren sobre mi piel. El pasillo de los nardos me provoca orgasmos duros y espontáneos que se suceden a cada paso. Apenas puedo andar sin sentir una sacudida.
Un cliente me pide margaritas, lo imagino penetrándome sobre los sacos de abono, rodeada de ramos blancos que escurren su polen amarillo sobre mí, dejando una deliciosa sensación  a talco. Los rígidos tallos de las enredaderas se acercan con disimulo subiendo por mi entrepierna. Hago como que no las veo, y las dejo subir hasta el borde interno de mis ingles. El riego a aspersión se dispara e inflama aún más mis ganas de derramarme. Sacudida tras sacudida llego hasta la caja registradora y cobro al señor de las margaritas, 15 €. Sudo, tiemblo, estoy agotada. Cojo el dinero de su mano con una sonrisa imbécil que creo que me delata. Me mira raro.

Tengo que dejar este trabajo, temo la reacción de los cactus cuando me acerque a ellos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario