Hay al menos
cuatro, no, cinco mujeres que están esperando que deje a mi esposa, dijo, mientras encendía un cigarrillo. Luego,
depositó la ceniza dentro del cenicero y se retrepó hacia atrás en actitud
claramente orgullosa de sus
palabras.
Ella, que si
había accedido a tomar algo con él fue por el pasado que los unió hace muchos
años, tantos que ya apenas recordaba, intentó no abrir unos ojos como platos y estiró
la comisura de sus labios, diciendo, ¡vaya suerte!
La conversación gravitaba cada vez mas torpemente entre el
café con hielo de ella y la cerveza muy, muy fría de él. Luci se enteró también
de que a él hay tres cosas que le gustan más que nada en la vida: la comida, la
música, y… “ya sabes”. Y marcó en negrita las palabras “ya sabes”, en las que
evidentemente pretendía indicar “sexo”. A Luci las evidencias no le gustaban,
ni las listas tampoco. Y pensó, con su mejor sonrisa, pero no se atrevió a
decirlo, que solo había una cosa que le sorprendía casi más que el movimiento
de las estrellas: la postura pretenciosa y ridícula de los hombres maduros, que
falsamente seguros de sí mismos, no asumen que son ángeles caídos.
Hay un dicho que dice..."de los cuarenta para arriba no te mojes la barriga...o algo así era...¿No?
ResponderEliminarPero vaya...que muchos no lo entienden... qué va a ser...
😁😊😘
El problema no es la edad, sino la actitud. Hay muchos hombres, independientemente de la edad, con esa actitud que tan poco nos gusta a la mayoría de las mujeres.
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