Chema Madoz |
Seguí
las instrucciones al pie de la letra. Lo cogí entre firme y tímida, acariciando
su lomo. Lo miré por delante y por detrás sujetándolo delicadamente con ambas
manos, mientras lo manoseaba con lentitud mística. Palpé con la yema de mis
dedos su suave portada. Lo toqué esperando adivinar su interior. Lo abrí al
azar y deslicé los dedos por la aspereza masculina de sus caras internas. Después, hundí mi nariz con profusión y aspiré con glotonería el aroma a biblioteca antigua
con la que inicié mis primeras lecturas. Finalmente leí la primera frase de su capítulo 1. Lo llevé a
mi cama, y esa noche dormí con él.
Los libros pueden ser grandes amantes.
ResponderEliminarViendo cómo casi el mismo día a miles de kilómetros de distancia otra persona en este planeta revivía también sus antiguas relaciones sensoriales con un libro, es tentador buscar algún tipo de conexión teleológica universal
ResponderEliminarhttp://losfortuniosdelainvirtud.blogspot.com/2014/03/tocar.html
Y parece que no es la primera vez que te pasa.
Curioso.
Interesante.
Sugerente...
Podría haber sido un anónimo, durante un tiempo, hasta que empezaran a llamarme el sin nombre...pero en realidad sólo fue mi perfil equivocado.
EliminarSi que es curioso, sí. Sólo que mi texto no es del día 3 ni del 4 ni del 2, sino del verano pasado, lo tenía guardado.
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