Nunca
supo si aquellos tentáculos que la oprimían eran las palabras ásperas de su
marido o la vida, que le iba echando raíces. Pero si sabía que las noches ya no
eras tiernas y pacíficas, porque durante las cenas el odio y el dolor
atravesaban el pan y la tortilla, y las papas cocidas…Y todo tomaba color a
miedo y sabor a babas saladas.
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