martes, 1 de mayo de 2018

EL SOMBRERERO

Alicia le pidió la hora por sexta vez en los últimos treinta minutos.
-¡No lo sé, no lo sé!, gritaba como poseído agitando las manos por todo el salón, ante cada uno de sus relojes.
El relojero con sombrero de copa ya no soportaba aquella situación. El psiquiatra le había recomendado descanso y tranquilidad. Pero no podía, ¡no podía! El reloj de cuco marcaba las 10:15; el de sobremesa estilo Luis XV marcaba las 10:45; el de cadena de su abuelo, las 10:25; el de muñeca, las 10:10; y el de la torre comenzaba a campanear las 10:00.
-No  lo sé, Alicia, no sé qué hora es, gritaba desesperado.
De pronto, se paró, como uno de sus viejos relojes. Sin mover ni un músculo, cogió una maleta, rebuscó entre los estantes su reloj de arena con dosis para tres minutos y se largó rumbo a la isla desierta que había al final del camino, donde nunca se había oído hablar del tiempo.

1 comentario:

  1. Muchas veces haría lo mismo...ir a un lugar donde no exista el tiempo...no me llevaría ni el reloj de arena. 😍😘😘😘

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