CHEMA MADOZ |
Sobre el banco verde había una bolsa blanca. Estaba primorosamente doblada, con las asas envolviendo su contenido en un paquetito perfecto. El parque estaba lleno de niños columpiándose y de madres vigilantes ¿De quién sería? Podría haberla olvidado cualquiera. Era rectangular. Seguro que un libro, o un aparato electrónico ¿Lo cojo?¿Y si el dueño lo ha dejado ahí a propósito, y me ve? Podría ser un estuche de maquillaje, o una caja con unas braguitas negras de encaje, recién compradas para una cita secreta, pasional. Lo toqué. ¡Era una cajita!.
Una abuela se acercó y sonriéndome dijo: Se me olvidaba. Son las medicinas para la tensión.
¡Adiós fantasía!
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