A pesar del desagradable aroma a darro, a cervezas agrias y a tapas refritas, a aceite manido y a vino de cartón. A pesar del perfume dulzón de aquellas señoras y el tufo a pies de sus acompañantes. A pesar del olor a frío de la calle, del añejo a antipolilla de los abrigos y del perfume hormonado de los 6 adolescentes que se apoyaban sobre los barriles. A pesar de las mil fragancias que se mezclaban entre cañas y montaditos de jamón, podía distinguir, con toda claridad, el olor de tu cuerpo, desde la otra punta de la barra del bar.
Es una pena que no me permitieras acercarme.
Duro el chico. Agua que no se deja beber...
ResponderEliminarBlogsaludos
Jeje, para mi que es un perro hablando a su dueño.
ResponderEliminarEstoy con Ximens, o es un perro o una historia de amor muy peculiar... y un micro muy original
ResponderEliminarBesitos
¿a qué huele el darro?, lo he buscado y no encuentro esa palabra
ResponderEliminares un perro o un fumador a la puerta de la tasca
A aguas fecales, malone.
ResponderEliminar¿Como llamais en pucela a las tuberías que conducen esas agua?
Ha sido para mí una sorpresa descubrir que es un localismo.
Cielos.
ResponderEliminarQue bien describes la movida de esta ciudad y que perfecto final le das a tu entrada.
ResponderEliminarSaludos de otra granadina.
en pucela las llamamos tuberías y a ese agua agua fecal, como ves, somos un portento en imaginación
ResponderEliminarbesos
Esto tiene estructura de poema en prosa, MA!
ResponderEliminarWow, esto merece retenerlo el resto de tu vida. Excelente.
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