Ésta que veis aquí, pequeña y tierna,
contando entre pelusas su fortuna,
abandona el bolsillo si la luna
derrama su licor sobre tu pierna.
Se aventura debajo de una falda
y retoza en tus pliegues inguinales,
le agrada sumergirse en los caudales
que manchan tus braguitas rojigualda.
Si no hay suerte, regresa encabronada
e insiste en aferrarse al clavo ardiendo
que se alza entre mis muslos. Sube, baja
y, pese a todo, ved: no pasa nada.
Se me duerme una mano maldiciendo
al sol que la limpió de polvo y paja.
Ramón Repiso
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