Mi abuelo
era republicano, pero él no lo sabía. No conoció a Juan Carlos, ni a Felipe.
Estaba convencido de dos cosas: que los reyes comían diariamente pollo asado y
que los ministros de la iglesia eran caprichosos y mentirosos. Recostado en su gran sillón con respaldo de
anea, solía decir mirando a ningún sitio:
-
Ni dios ni rey.
Después,
rectificaba, y haciendo un gesto con el que
señalaba desde su cabeza hacia arriba, con su mano huesuda en alto, decía:
-
Dios, de aquí para arriba.
Tu abuelo era un tipo inteligentísimo. Estoy con él.
ResponderEliminarTu abuelo tenía razón, los reyes no sé si comen pollo todos los días, pero mejores manjares sí, y no se lo ganan, sólo les pagamos por figurar. Por mí, ni dios no rey ni arriba ni abajo-
ResponderEliminarBesicos andaluces.