jueves, 31 de diciembre de 2015

JARDINERIA



El macetero era horrible, y la planta. No podía ser de otra forma; al fin y al cabo esa maceta era el producto de las semillas que la habían martirizado durante toda su vida, desde el miedo a la oscuridad de su primera infancia hasta el horror a la soledad de su adultez. Incluso había plantado sus pesadillas y sus desvelos, y sus decepciones también. Unas las había plantado cuando apenas eran semilla, otras cuando ya habían crecido desmesuradamente ¡Qué necesidad había de poner un macetero bonito a semejantes brotes!

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