Suele dar de sí el nuevo año para hacerse buenos propósitos. Descabezados e ilógicos la mayoría de las veces, y con una copa de Freixenet brut Cordón Negro en la mano, casi siempre. Por eso yo nunca me lleno de buenos deseos, porque no me gusta el champán brut. Con la sidra, a lo más que consigo llegar, es a imaginar chispeantes besos, de todos los colores, que no existen. Os invito a un surtido variado de besos viscerales, para aderezar el 2011:
Yo me apunto a una sesión de besos.
ResponderEliminarQuién los pillara!l Lo peor es cuando las bocas no son de nadie.
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