domingo, 9 de enero de 2011

DUDAR ES HUMANO

Madoz
Me equivoqué con él, al verlo entrar del brazo de aquella rubia. Me despistaron sus facciones angulosas, su voz bronca y sus frases tajantes y concisas. Un sombrero negro de ala ancha y una gabardina oscura hasta los tobillos, le conferían ese aire de Corleone. Las manos en los bolsillos y su petición al entrar en el bar, no dejaban lugar a dudas:

- Un güisqui. Con hielo.

Se deshizo de la gabardina con un gesto seguro, dejando ver una cinta blanca sobre su traje negro. ¡Un clériman!.
Hablaba con el dueño, de trabajo, supongo, pero… ¿y la rubia platino?



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