Ariza era pintor. Sus modelos no eran sus musas, de hecho, estaba convencido de que nunca tuvo una que cumpliera ambas condiciones. Pero acababa de conocer a Nin, una Cenicienta exigente, que buscaba una nueva piel para su cuerpo, un vestido único para lucir en los bailes de palacio del barrio. Nin era una piedra tallada sobre luz, un prisma que ofrecía todos los colores que aún no se conocían, un rayo de velocidad infinita. Lo inspiraba continuamente, pero a su mente enardecida no le daba tiempo a expresar todos los matices que su presencia le sugería. Sin embargo Nin, que jamás mostraba aprobación ante sus dibujos, era impávida ante el lápiz, indiferente ante el óleo, esquiva ante el grafiti, y no terminaba de abrirse ante la exigencia creadora del pintor. Ariza se desesperaba en un intento de arrancar una obra cumbre de aquella presencia arrebatadora.
Durante una noche de bebidas espirituosas derramadas sobre la cama, él le suplicó que lo dejara pintar sobre su cuerpo. Ella, absolutamente impasible ante sus manos febriles, empapadas en olores de trementina y manchas de blanco titanio, de amarillo cadmio, de carmín de garanza, de tierra siena tostada y de azul Prusia, le susurró al oído:
- No quiero que dibujes un cordero sobre mi pubis, ni un tatuaje bajo mi nalga. Quiero que escribas todos tus versos sobre mi piel, que penetren bajo mi vello y me hieran con mil orgasmos de rimas hiperbólicas aliterando mis quejidos. Que las perífrasis acaricien mi cuerpo con la lentitud del que no le importa haber perdido su reloj, ni su tiempo. Quiero, que escribas sobre mi piel.
Ariza era pintor, pero ahora es poeta.
Ariza era pintor, pero ahora es poeta.
(An los poetas
Las musas más caprichosas son las que nos atormentan y nos traen los mejores poemas. Mal cambio ha hecho Ariza, los poetas se mueren de hambre, aunque a cambio merezca la pena el nuevo lienzo. Gracias
ResponderEliminarEncontró la razón de su vida.
ResponderEliminarBlogsaludos
¡Vaya con Nin! Pobre pintor reconvertido en poeta.
ResponderEliminarSaludos.
Cuando una musa te dice que cambies... lo tienes que hacer por obligación. Ella es más sabia que uno.
ResponderEliminarMe gusta tu espacio MA con sus maullidos.
Felicidades por tenerlo así.
Un abrazo.
Hola. Vengo de casa de Adivín y veo que no se equivoca.
ResponderEliminarCon tu permiso me quedo leyendo.
Saludos desde el aire
Yo no soy poeta pero me encanta este relato, la musa, el pintor-poeta y todo.
ResponderEliminarUn abrazo
No sé qué decir que no sepas ya o te hayan dicho. Tiene una fuerza increíble a la vez que delicadeza. (Aunque seguramente también lo sepas).
ResponderEliminartu piel hecha de versos, mi destino de callejas.
ResponderEliminary tampoco sé pintar.
me gusta MA. Le encuentro un aire a Oliverio Girondo. Q gran poder ejerce Nin y en general cualquier musa q se precie.
ResponderEliminarQuién no se hace poeta cuando está enamorado... ME gustó el relato, sobretodo esas perífrasis lentas que recorren su cuerpo...
ResponderEliminarBesos
Tienes un blog muy interesante, es un placer leerlo.
ResponderEliminarQuizas te guste el mio
www.muytranquilo.blogspot.com
Saludos y cuidate
Desde que leí este post la primera vez relacioné Ariza con el prota de "el amor en los tiempos del cólera", y no solamente por el nombre, también por la manera pasional de su desesperación y porque le encantaba escribir donde fuera (incluso en la piel: Olimpia Zuleta, la palomera).
ResponderEliminarEn cuanto a Nin es una auténtica experta en marketing, primero crea la necesidad, después ofrece el producto. Receta aplicable a muchas cosas...
Saludos
García Márquez, puede. Pero hace mil años, en mi instituto, había un compañero, Javier Ariza, un futuro gran pintor, que nunca fue. Me regaló un intencionado dibujo de una preciosa rosa amarilla coloreada a lápiz. Al lado de la rosa, una poesía. Cuando le dije NO, quiso que le devolviera su dibujo. Por supuesto no lo hice.
ResponderEliminarCruel...
ResponderEliminar;)