viernes, 10 de abril de 2015

MI APORTACIÓN, PARA CONEJIT@S DE LA MADRIGUERA DE HISTORIAS, JUNTO A LA ILUSTRADORA PILAR BARRABÉS

Pilar Barrabés
ALICIA FRENTE AL ESPEJO 

Aquel jueves la noche se empeñó en terminar rápido, más rápido que de costumbre. Vaciaba su cerveza sin pausa, en tragos amargos y continuos, sin apenas saborearla. Lo único vital en ella era la forma en que se apoyaba en el vaso vacío, o lleno - igual daba - pensativa y triste, entre vapores eructados por borrachos e ideas inertes que bailaban en su cabeza.
Todos pensaban que bebía para olvidar pero lo cierto es que lo hacía para recordar.
Amaneció envuelta en asquerosas y repugnantes arcadas, en las profundidades de un despertar lento, producto de alcohol, copas y trankimacines. Pasó el día bajo el hechizo de un sueño lejano y ajeno que le hizo situarse en los tugurios que solía frecuentar cuando aún tenía más sueños que experiencias.
Vio una mujer joven caminando despacio por Vía Etruria y comprando un sombrero de ala ancha para ocultarse del sol, o de los problemas que le empezaban a envenenar el ánimo. Frente a un semáforo bullicioso, junto a aquel muchacho que comía galletas con nombre de chica después de hacerle el amor, saboreaba cada minuto de luz roja lamiendo un helado de fresa derretido.
Sudorosa, se buscó en el espejo. Esperaba encontrar a la muchacha alegre que paseaba por las calles de Roma con su sombrero de ala ancha. Sabía que estaba allí. Seguro, en algún sitio lejano, junto a un helado de fresa; tras el veneno de los problemas, los vapores del alcohol y la somnolencia de las pastillas. Se desprendió de su gastada camiseta de los Rolling, la que usaba para dormir, dejándola caer sobre sus pies descalzos.  Acercó todo su cuerpo. Su piel se erizó cuando su mejilla,  su vientre y sus pezones tocaron el frío del cristal que aprisionaba su imagen. Avanzó un paso más, y continuó avanzando hasta que se fundió tras su propio reflejo. 
Cuando la encontraron, inconsciente junto al espejo, medio desnuda,  su mano agarraba un sombrero, una mancha pegajosa y rosada enmarcaba sus labios y unas migas de galleta descansaban sobre su pubis.

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