domingo, 6 de noviembre de 2016

VAIVÉN



Los volantes de su falda se movían al ritmo de los sabores del helado y revoloteaban en un vaivén nervioso que demostraban lo mucho que le gustaba aquel cucurucho de sabores. Ya se notaba que esa falda iba a ocultar, en un futuro no muy lejano, unas onduladas caderas y un gusto indiscutible por la música bailable.  Ese largo pelo rizado y erizado por la humedad de la noche, una naricita pequeña y discreta, su insistencia en hablar a la gente cerquita de sus labios… Me era imposible dejar de observarla; sus siete años no eran excusa para ignorar ciertos datos. 

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Si, es curioso. A mi también. La perversión y la imaginación no tienen límites.

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