Desde fuera, cualquier
observador no muy aventajado, hubiera podido darse cuenta de que el joven experto
en habilidades sociales, abrazaba a todos los asistentes como si hiciera una
eternidad que no los veía. A todos excepto a la chica con pelo a lo garçon y
trasero con silueta de manzana que se sentaba sobre el taburete perdido de la
esquina. A todos, menos a ella, les propinaba abrazos efusivos a manos llenas.
La luz tenue del local caía sobre la figura sinuosa de la mujer,
iluminando su escote e invitando con descaro a fantasear húmedamente sobre el rouge de sus labios. Vestida como recién
salida de un cómic, y apoyada acrobaticamente sobre la pared, dejaba ver una de sus larguísimas piernas
embutidas en un pantalón plástico, rematada por un tacón de
vértigo, mientras que recostaba la otra en el travesaño del taburete con un descuido científicamente
estudiado, que hacía pensar que nada es casual en una mujer.
A ella, la obsequió con un raquítico
beso apenas sonoro en cada mejilla, sin tocarla con sus labios, porque - temía él - un gesto tierno, un abrazo ligero, una palabra
o un roce intencionado, hubiera sido suficiente para que se derrumbara sobre su
cuerpo en un abrazo lleno de sentimientos.
Él, suponía ella, la había
elevado a la vacía categoría de diva. Era intocable, impensable. No existía.
A todos, agasajaba con su abierto
afecto. A todos, menos a ella que lo había tenido entre sus piernas.
Muy bueno!!! Ese final me ha dejado sentado, je, je. Contundente y efectivo. Enhorabuena!!!.
ResponderEliminarPrecioso...
ResponderEliminarPues sí...cuando se les ve tan circunspectos ante la concurrencia...es un síntoma inequívoco...lo sé por experiencia...ummm, la adrenalina a tope...
ResponderEliminarHas descrito perfectamente a un tímido y a una diva
ResponderEliminar¡Me gusta tu estilo!
Besos.
André