Si era
alguna otra la que le había regalado aquella moderna correa de chapitas
metálicas, lo ignoraba y le traía sin
cuidado ya. Lo que no podía quitarse de la cabeza era si esa otra era
consciente de que aquel hombre, con el que seguía casada, tenía muy pocas ganas
de calzarse la chupa de cuero que apareció misteriosamente en el armario el día
de su 62 cumpleaños. Para él, la corbata y el traje eran la única forma decente
de enfrentarse a la vida. A no ser,
claro, que esa estrechez mental la reservara exclusivamente para su amada
esposa.
Clarísimo...la corbata para la esposa lo demás para la otra.
ResponderEliminar¿Cuántos secretos más podrías descubrir?
Clarísimo...la corbata para la esposa lo demás para la otra.
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Gracias Maman, no solo por los comentarios sino también por pasarte por aquí. ¡Alguien lee aún los blogs!
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